La investigación siempre ha sido un pilar fundamental del Institut Català de Retina. Actualmente estamos trabajando en ensayos clínicos y estudios propios en varios ámbitos. Entrevistamos al Dr. Ignasi Jürgens, director médico y responsable del Departamento de Retina y Vítreo, para hablar de la investigación que se está llevando a cabo en nuevos tratamientos para enfermedades de la retina, como la degeneración macular o la retinopatía diabética.
Depende de la enfermedad. Para la degeneración macular atrófica (el 85% de casos de DMAE) no hay ningún tratamiento. Se trata de una patología crónica que consiste en el envejecimiento de la retina, pero que progresa muy lentamente.
En cambio, la retinopatía diabética y la DMAE exudativa tienen efectos a un plazo más reducido. A menudo se tratan con inyecciones intravítreas, que se administran en períodos diferentes en función del caso de cada paciente. El medicamento que se introduce en el ojo habitualmente es un componente que combate el VEGF (factor de crecimiento endotelial vascular, una proteína que afecta los vasos sanguíneos). En algunos casos también se utiliza la cortisona en forma de liberación prolongada, que puede durar entre un mes y 3 años dependiendo del tipo que se aplique.
Sí, actualmente son los últimos tratamientos disponibles para estas patologías. En el Institut Català de Retina trabajamos con los últimos avances tecnológicos y científicos y llevamos a cabo tratamientos que se ha demostrado que son más efectivos para los pacientes.
Actualmente tenemos en curso varios ensayos clínicos. En el caso de la degeneración macular atrófica, la más frecuente, se están introduciendo nuevos tratamientos que van orientados a rebajar la inflamación por la vía del complemento.
Para explicarlo, hace falta un poco de contexto sobre la DMAE atrófica. Se trata de una forma de degeneración macular que progresa muy lentamente, pero que a la larga provoca una pérdida importante de la visión. Lo que sucede con esta enfermedad es que en la retina se van desprendiendo unos productos de desgaste que habitualmente son eliminados por unas células que se encargan de ello. En el caso de la degeneración macular atrófica, estos residuos se van acumulando en la retina, lo que provoca que las células que están alrededor vayan muriendo. Cuando esto pasa, las neuronas que forman la retina dejan de funcionar. En este proceso de muerte celular programada se ha detectado que interviene el sistema del complemento, que se activa cuando hay una inflamación.
Sí. Ya hace dos años que estamos participando en un ensayo clínico que explora esta vía. Se trata de un estudio con inyecciones que tiene la función de bloquear este complemento y el objetivo de que el desgaste no se incremente. El medicamento en cuestión se llama Zimura y en los resultados de la fase previa queda reflejado que la enfermedad no progresa tanto en los pacientes tratados con estas inyecciones. En estos ensayos no se puede valorar la mejora de la visión, porque a menudo ya se ha perdido, pero sí que se puede controlar que la enfermedad no avance tanto.
Sí, en el ICR estamos a punto de entrar en dos ensayos clínicos más para el tratamiento de la degeneración macular atrófica por la vía del complemento. Cada uno de ellos aborda una línea de investigación diferente.
El primero consiste en realizar el tratamiento con pastillas, evitando el pinchazo en el ojo.
El segundo se parece al sistema que ya estamos investigando, pero en este caso se trata con la administración intravítrea de un gen que codifique la sustancia natural que inhibe este complemento, el C-59. Se infectan las células con un virus, el ARN que codifica el C-59, y estas van fabricando un análogo del inhibidor natural.
Es la misma premisa, pero funciona un poco diferente. El sistema para la vacuna contra la covid-19 consiste en estimular la formación de anticuerpos. El ARN sintetiza el antígeno y el organismo fabrica anticuerpos para defenderse de este antígeno. En el caso de los medicamentos para el ojo, se trabaja con una proteína que hace falta o el medicamento necesario para combatir la enfermedad.
Ya existe un medicamento con terapia génica que se utiliza para tratar la retinosis pigmentaria congénita (amaurosis congénita de Leber). Se trata de un virus que lleva el gen “corregido”, que sustituye el que está defectuoso a los pacientes con esta enfermedad. Este gen sintetiza la proteína defectuosa. Es la primera terapia génica que se aprobó en uso humano, en el año 2018. Ya se está aplicando, pero se trata de un medicamento muy específico para esta enfermedad que afecta a recién nacidos; calculamos que pueden ser unos 20 casos a nivel estatal.
Por contra, de los tratamientos que estamos investigando desde ICR, juntamente con otros centros, se podrían beneficiar más de un millón de personas.
Con el tratamiento que estamos investigando, las células van trabajando y se reduce mucho la frecuencia de las inyecciones. De hecho, este ensayo es con una sola inyección. Tras uno o dos años, se observan los resultados.
La terapia génica se está expandiendo y es una buena herramienta porque estamos introduciendo algo en el ojo, quien empieza a fabricar por sí solo el elemento que necesitamos para tratar la enfermedad.
La estrategia genética también se está probando para la DMAE exudativa. Se introduce el gen que produce el inhibidor natural, de forma que el propio ojo lo sintetice. Con esta opción, el paciente se sometería a una inyección intravítrea en una frecuencia muy inferior.
La degeneración macular exudativa y la diabetes comparten un mismo mediador, el VEGF que ya hemos mencionado, una proteína que afecta los vasos sanguíneos de la misma manera en las dos patologías. Por eso, los medicamentos que se investigan para una, nos servirán también para la otra.
En estos estudios no se intenta recuperar la visión cuando ya se ha perdido; el objetivo de estos tratamientos es evitar la pérdida de visión cuando el paciente todavía la conserva.
Se están haciendo estudios para la neuroprotección: es decir, para evitar que las neuronas se degraden o mueran. Esta investigación serviría para tratar otras patologías como el edema diabético, el glaucoma…
En el caso de la uveítis, cuando se produce por una inflamación, hasta ahora se utilizaban medicamentos inmunodepresivos, muy agresivos (del mismo tipo que se utilizan en la quimioterapia, para cáncer). Por eso se ha intentado retirar paulatinamente estos medicamentos e introducir algunos nuevos, inmunomoduladores, también conocidos como fármacos biológicos. Permiten reducir las dosis de corticoides y por lo tanto también los efectos secundarios que pueden provocar. En este sentido también hay una línea de investigación y desde ICR estamos trabajando en un ensayo clínico con el Dr. Menezo, responsable del Departamento de Uveítis.
En el caso de la DMAE exudativa o la diabetes, no se trata de un tratamiento que complemente o sustituya los anteriores: el objetivo de la investigación actual es reducir la frecuencia de inyecciones (intravítreas), ya sea con medicamentos que puedan tener una durabilidad más larga dentro del ojo, con cápsulas que vayan liberando el fármaco durante 6 meses o un año, o introduciendo el gen dentro del ojo para que sintetice solo.
En el caso de la DMAE atrófica, el objetivo es encontrar un tratamiento, porque actualmente no hay ninguno.
En general, desde que se hace un ensayo clínico en fase 1 hasta que se incorpora ese tratamiento, pasan 10 años. Desde la fase 2, como en el caso del primer estudio que hemos comentado, son unos 5 años. Pero todos estos números pueden variar. Es decir, son plazos largos, tardará algunos años, pero hay que estar atentos.
Sí, seguro. En ICR desde el momento en que hay una evidencia científica de que un producto, tratamiento u intervención puede beneficiar a los pacientes, intentamos incorporarlo. Y en el caso de la DMAE atrófica es muy claro, porque actualmente no existe un tratamiento. No obstante, debemos ir con mucho cuidado y tenemos que analizar todas las novedades con profundidad, tanto en cuanto a los beneficios como en cuanto a los riesgos. Pero los tratamientos de los que se llegue a demostrar la eficiencia sí, se implementarán aquí.
Lo que se puede hacer a día de hoy es actuar sobre los factores de riesgo, como reducir el tabaco, controlar la hipertensión y el colesterol, llevar una alimentación equilibrada… Y por otro lado, desde ICR podemos intentar que el paciente entre a formar parte de alguno de estos ensayos clínicos. Sin embargo, estos ensayos tienen unos criterios de admisión muy estrictos. Si se trata de pacientes con muy mala visión, no podrán acceder. En cambio, si se trata de un paciente a quien acaban de diagnosticársela (en cualquiera de los dos ojos) o que empieza a experimentar síntomas, es importante que se visite, porque le podemos facilitar el acceso a un estudio. En ICR hemos reclutado pacientes de los estudios de los que hemos hablado.
Es importante prestar atención a los principales síntomas de alerta de la degeneración de la mácula:
Si una persona experimenta alguno de estos síntomas, es importante que acuda a una revisión oftalmológica. Desde ICR podremos ofrecerle asesoramiento y reclutarlo para un ensayo clínico que lo pueda beneficiar, como ya se ha hecho en multitud de ocasiones anteriormente.
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