La conjuntivitis es una inflamación de la conjuntiva, que es la membrana mucosa que recubre el interior de los párpados. Habitualmente, afecta a los dos ojos al mismo tiempo, aunque puede empezar en un ojo y extenderse al otro en uno o dos días. La afectación es, entonces, asimétrica y mayor en el primero ojo. Las conjuntivitis causadas por un agente infeccioso (bacterias o virus) se manifiestan generalmente de forma aguda. Existen numerosas causas y es una afección muy común, que generalmente no es grave, aunque puede ser muy molesta.
La conjuntivitis vírica es la causa más frecuente de conjuntivitis infecciosa. Se asocia a menudo a los catarros y su causa más frecuente son los virus del grupo adenovirus. Este tipo de conjuntivitis es muy contagioso, puede extenderse rápidamente de una persona a otra e incluso ser responsable de verdaderas epidemias. Se transmite directamente a través de las manos contaminadas, por el contacto de lágrimas o por el uso de objetos contaminados (toallas, almohadas, juguetes, etc.).
En este tipo de conjuntivitis, la infección está causada por bacterias. Estos microorganismos pueden tener su origen en la propia piel del sujeto, en sus vías aéreas superiores, o bien ser transmitidos por otra persona que padezca conjuntivitis. En algunos casos muy poco frecuentes, las conjuntivitis pueden estar ocasionadas por gérmenes muy agresivos, como la pseudomona aeruginosa en los portadores de lentillas, el bacilo diftérico en niños de 1 a 4 años en un contexto de alteración del estado general, o en las conjuntivitis en el neonato.
Conjuntivitis vírica
Conjuntivitis bacteriana
Afecta habitualmente a los dos ojos. Los síntomas y signos suelen ser menores, siempre que no haya complicaciones, e incluyen:
La conjuntivitis se diagnostica por medio de una valoración clínica realizada por un oftalmólogo, en caso de sospecha clínica, existe la posibilidad de utilizar un test diagnóstico específico para detectar presencia de adenovirus en la conjuntiva llamada ADENO PLUS. Solo se realiza una toma de exudado conjuntival para un cultivo en los casos de sospecha de conjuntivitis bacterianas severas y de curso atípico.
Conjuntivitis vírica
Conjuntivitis bacteriana
En los casos graves o resistentes al tratamiento, o en caso de que se dé un deterioro en la visión, conviene contactar de nuevo con su médico, aunque se esté siguiendo el tratamiento correctamente.
La inmensa mayoría de las conjuntivitis mejoran espontáneamente en pocas semanas. Incluso con tratamiento, puede presentarse un empeoramiento en los primeros días y el otro ojo puede verse afectado. El tratamiento no acorta el tiempo de duración de las conjuntivitis víricas. La conjuntivitis vírica sigue su curso clínico (generalmente de entre 2 y 4 semanas) y la medicación ayuda a reducir los síntomas, pero no reduce el tiempo necesario para la resolución del cuadro.
Como secuela, durante un par de meses se puede experimentar una sensación de cuerpo extraño (como de arenilla) o enrojecimiento en el ojo de forma esporádica. Con el paso del tiempo suele desaparecer. Para estos casos se aconseja usar lágrimas artificiales y valorar la evolución. En los casos más complicados, entre la 3ª y 4ª semana pueden aparecer unas pequeñas manchas en la córnea que pueden provocar una disminución de la visión. Esta complicación dura más que las anteriores, hasta unos meses, y puede dejar como secuela marcas y cicatrices en la córnea, por lo que será necesario hacer un seguimiento con controles periódicos hasta la resolución del cuadro.
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