Un oftalmólogo de ICR examina a un paciente de un ensayo clínico.

Los proyectos de investigación clínica son esenciales para poder descubrir nuevas formas de tratar ciertas condiciones oculares y mejorar los tratamientos actuales, poniendo el foco en la seguridad, la salud y la calidad de vida del/la paciente. Sin embargo, la investigación puede parecer inaccesible para personas que no forman parte de la comunidad académica o no disponen de conocimientos específicos de oftalmología.

Es por eso que en nuestra web tenemos, por un lado, un listado actualizado de los proyectos de investigación que estamos llevando a cabo en estos momentos. Y, a continuación, explicamos en qué consisten los ensayos clínicos, qué tipos se pueden realizar y de qué fases constan. De este modo, cualquier paciente que lo desee, puede consultar los proyectos actuales, ver si hay alguno del que puede beneficiarse o incluso participar de forma voluntaria.

¿Qué es un ensayo clínico?

Se trata de un tipo de estudio de investigación médica que pretende determinar si un tratamiento es seguro y eficaz en personas. Además de este objetivo principal (también llamado endpoint primario), los ensayos clínicos también pretenden aportar más información sobre el tratamiento analizado (endpoint secundario).

Este tipo de proyecto se inicia a partir de hipótesis de estudios in vitro, en animales, o estudios observacionales, en los que se encuentra evidencia parcial o razones para creer que el tratamiento estudiado puede presentar beneficios para cierto grupo de pacientes.

Cada ensayo clínico puede ser de distintos tipos o fases y tiene una duración variable (desde el inicio a la conclusión del estudio pueden pasar entre 7 y más de 20 años).

¿De qué fases consta?

Un ensayo clínico puede constar de las siguientes fases:

Cuadro resumen de las fases de un ensayo clínico.
  • Fase I. Se trata de la primera etapa de evaluación de un fármaco en la que se involucran personas. Suele hacerse con un número reducido de participantes (menos de 100) y se analiza si el tratamiento en cuestión es seguro, así como cuál es la mejor forma de administrarlo.
  • Fase II. Estos ensayos incluyen más participantes (hasta 300). Se analizan aspectos como la tolerancia, los efectos secundarios, dosis seguras o vías de administración.
  • Fase III. Es el momento de verificar lo que se ha testado en las fases anteriores con un mayor número de participantes. Esta fase es indispensable para solicitar a la Agencia Europea del Medicamento la aprobación para comercializar el tratamiento.
  • Fase IV. Una vez el tratamiento posee permisos para salir al mercado y está al alcance de la población en general, se pueden realizar ensayos de esta fase, que reflejan su seguridad y eficacia una vez se utilizan de forma generalizada y permiten conocer datos de seguimiento de los efectos a largo plazo y en gran número de personas. Puede llegar a comprender un periodo de 10-15 años.

¿Qué tipos de ensayo clínico existen?

Hay muchos tipos de ensayos clínicos, que pueden ser de diferentes tipos en función de múltiples factores.

  • Objetivo. Se puede enfocar el estudio al análisis de:
    • Los efectos biológicos del tratamiento y cómo estos cambian según la dosis administrada. Es lo que se llama farmacodinámica.
    • Cómo el organismo absorbe, distribuye, metaboliza y elimina un fármaco, lo que constituye la farmacocinética.
    • Eficacia.
    • Seguridad.
  • Control.
    • Controlado. Estudios en los que los participantes se dividen entre: aquellas personas que reciben el tratamiento experimental y aquellas que o bien no reciben dicho tratamiento, o bien reciben otra opción. Este último grupo es el que se llama de control y supone una referencia para comparar sus resultados con los del grupo que sí se ha sometido al tratamiento analizado.
      • Con placebo. El grupo de control recibe un tratamiento inerte, llamado placebo, que no tiene efecto terapéutico real. Los ensayos controlados con placebo permiten evaluar la eficacia del tratamiento experimental al comparar sus resultados con los del placebo, asegurando que los efectos observados se deben al tratamiento y no a otros factores como el efecto placebo.
      • Con tratamiento activo. El grupo de control recibe un tratamiento estándar ya aprobado y reconocido como efectivo en lugar del placebo. Esto permite comparar la eficacia y seguridad del nuevo tratamiento con una opción de referencia.
    • No controlado. En estos estudios no hay grupo de control; cada paciente recibe el mismo tratamiento. Se utiliza en pocos estudios y únicamente en fases iniciales.

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  • Aleatorización. Se trata de la asignación aleatoria (o no) de cada paciente a un grupo, que recibirá el tratamiento estudiado o bien la alternativa.
    • Aleatorizado. Se consideran los más sólidos porque hay menos sesgos.
    • No aleatorizado. El equipo de investigación o bien los/las mismos/as participantes eligen el grupo al que pertenecerán dentro del estudio.

  • Enmascaramiento. Define el grado de conocimiento que tienen las distintas personas implicadas en la investigación sobre el tratamiento que reciben los/las pacientes.
    • Abierto. Tanto el equipo de investigación como cada participante saben el grupo que se les ha asignado y por lo tanto, el tratamiento que recibirán.
    • Enmascarado (o ciego). El/la paciente, el equipo de investigación o ambos desconocen el tratamiento asignado, lo que permite reducir sesgos en la evaluación de los resultados. En función de quiénes desconocen el tratamiento asignado, puede ser:
      • simple (o bien el equipo de investigación o el/la paciente no tienen dicha información),
      • doble (lo desconocen el/la paciente y el/la investigador, pero sí lo sabe una tercera persona que analiza los resultados), o
      • triple (se desconoce por completo).

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Contenido médico revisado por - Última revisión 23/01/2025

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