Con la llegada de la «diada» de Sant Jordi, el mundo de la lectura adquiere más repercusión y autores y editoriales se dan prisa por publicar libros que los ávidos lectores leerán con ganas a partir del 23 de abril. Esta jornada es un buen momento para reflexionar sobre la lectura, una tarea muy compleja que incluye la identificación visual de grafías en la cual los ojos juegan un papel esencial.

A menudo circula el mito de que leer demasiado puede llegar a perjudicar la vista o de que leer sin la luz adecuada puede llegar a ocasionar problemas visuales. Pero, realmente, ¿son ciertas todas estas afirmaciones?

La lectura no es una actividad perjudicial para los ojos. El ejercicio visual no desgasta la vista ni la perjudica, al contrario de lo que afirman algunos mitos. El ojo es un órgano preparado para adaptarse a las condiciones lumínicas cambiantes de nuestro entorno. Mediante los músculos de la pupila, el ojo regula la luz que nos llega, lo que hace que, cuando entramos en una sala oscura, los ojos se acomoden lentamente a las condiciones lumínicas y podamos llegar a ver, o que cuando pasamos de la oscuridad a la luz pasemos gradualmente a ver sin tener sensación de molestia.

Por eso, al leer con poca luz, los bastones de la retina, que contienen un pigmento especial denominado rodopsina, se encargan de facilitar la visión en dichas condiciones de poca luminosidad.

Sin embargo, leer con poca luz hace más difícil la visión y el reconocimiento de las palabras, lo que hace que la lectura sea una tarea más cansada y extenuante. Eso puede provocar astenopia o fatiga ocular (cansancio, dolores de cabeza…), aunque la lectura por sí misma no perjudique los ojos, ya que, al cerrar los párpados, los ojos se relajan y se recuperan.

Así pues, es preferible leer con luz natural controlada, parpadear a menudo o descansar la vista de vez en cuando al leer. Además, aquellas personas que llevan gafas de lectura no deben olvidar utilizarlas al leer.

Algunos de los consejos recomendables, en caso de lectura prolongada, son los siguientes:

  • Alejar la vista del libro de vez en cuando, mirando a un punto lejano hacia arriba, hacia abajo, a izquierda y a derecha, manteniendo la vista fija en cada punto durante dos o tres segundos.
  • Parpadear repetidamente. El parpadeo extiende las lágrimas y proporciona una película protectora que evita la sequedad ocular.
  • Cerrar los ojos y relajarse con los ojos cerrados durante un par de minutos.

 

Contenido médico revisado por - Última revisión 23/04/2018

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