Los trastornos de aprendizaje son problemas que presentan los niños al realizar ciertas tareas, entre las que se incluyen leer, escribir, aprender matemáticas, escuchar atentamente, hablar o concentrarse. Estos trastornos no están provocados por ningún tipo de problema ocular, por lo que los niños que padecen estas dificultades no sufren una mayor incidencia de problemas oculares en comparación con aquellos que no las tiene.
Los trastornos de aprendizaje están relacionados con problemas de procesamiento del cerebro frente a lo que la persona ve y oye. Es decir, un niño con este tipo de trastornos procesa de manera diferente lo que lee y escucha.
Normalmente, al leer, el cerebro conecta las palabras que ve con sus significados y con información y experiencias familiares. Los niños con trastornos de aprendizaje tienen problemas para procesar estas conexiones.
A menudo, la causa que lleva a un trastorno de aprendizaje es desconocida. Sin embargo, hay ciertos factores de riesgo que aumentan las posibilidades de experimentar tales dificultades. Entre ellas se incluyen:
A pesar de la creencia común, la baja visión, los problemas de refracción, los tics oculares o el estrabismo no provocan trastornos de aprendizaje.
Alrededor de un 15% de los niños sufre algún trastorno de aprendizaje. Es posible que los niños no presenten signos de dichas dificultades hasta que empiecen a ir a la escuela. Los padres, cuidadores y profesores deben prestar atención frente a:
Los niños con estas dificultades pueden experimentar cambios en la personalidad y en el comportamiento, como puede ser el caso de una pérdida de interés en la escuela, el hecho de que se frustren demasiado rápido, que desarrollen problemas de conducta en la escuela o sufran ansiedad o depresión.
Los padres o tutores que sospechen que su hijo o hija puede estar afectado/a por un trastorno de aprendizaje, deben acudir al profesor y al pediatra. Los especialistas en trastornos de aprendizaje y otros profesionales realizarán las pruebas necesarias para detectar cualquier trastorno de este tipo. Además, aunque los trastornos de aprendizaje no se deban a problemas oculares, los niños que los sufran deben someterse a un examen oftalmológico completo realizado por un especialista, con el objetivo de reducir las posibilidades de que un problema ocular no tratado agrave su trastorno.
No hay ninguna evidencia científica de que ninguna dieta especial, suplemento vitamínico, limitación del consumo de azúcar, realización de ejercicios oculares o terapia visual pueda curar un trastorno de aprendizaje. Aún así, la terapia visual puede, en algunos casos, ayudar a mejorar la concentración.
Lo importante es ponerse en manos de educadores especiales cualificados y especialistas que proporcionen apoyo y orientación a los padres y les hagan entender que el tiempo y la paciencia son importantes para el éxito.
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