Para que el oftalmólogo pueda examinar el interior del ojo y diagnosticar ciertas enfermedades oculares es necesario que las pupilas estén dilatadas (agrandadas). Para conseguirlo se utilizan las gotas dilatadoras, que consiguen mantener las pupilas abiertas y evitar que se cierren cuando el doctor enfoca la luz en el ojo para examinarlo.
Existen dos tipos de gotas: uno estimula la contracción de los músculos que agrandan la pupila (como la fenilefrina) y el otro relaja los músculos que hacen que la pupila se contraiga y, a la vez, relaja el músculo que enfoca el cristalino del ojo (como el ciclopentolato). Ambas medicaciones suelen combinarse y aplicarse como dos gotas separadas o como una única gota combinada.
Estas gotas relajan, además, los músculos del ojo encargados del enfoque, lo que, en el caso de los niños, permite una medición más precisa de los errores de refracción (miopía, hipermetropía, astigmatismo…).
Algunas de estas gotas también pueden utilizarse, en ciertas ocasiones, para tratar enfermedades oculares, como la ambliopía (ojo vago) o la inflamación. En estos casos, los efectos de estas gotas dilatadoras terapéuticas (atropina y homatropina) pueden tener una duración más larga y se utilizan para producir una visión borrosa en el ojo bueno. De esta forma, se obliga al paciente a usar el ojo que presenta dicha anomalía. A pesar de la duración más larga de los efectos, para estos tratamientos puede ser necesaria la administración diaria de las gotas.
Una vez el profesional médico correspondiente haya instilado una pequeña cantidad del líquido en cada uno de los ojos, las pupilas tardan unos 20 o 30 minutos en abrirse por completo. Los ojos de color claro (como los azules, verdes o de color avellana) suelen dilatarse más rápido que los ojos marrones u oscuros.
En caso de que el profesional médico considere necesario instilar dos tipos de gotas distintos o que estime que por el tipo de ojo es necesario aplicar mayor cantidad para alcanzar la dilatación necesaria, es posible que el tiempo de espera se prolongue un poco más.
Como la mayoría de las gotas oftálmicas, las gotas dilatadoras pueden provocar cierto escozor inmediatamente tras la aplicación, pero esta sensación suele durar solo unos segundos.
Mientras las pupilas están dilatadas, la visión permanece borrosa, por lo que es difícil enfocar objetos cercanos. También se da una mayor sensibilidad frente a la luz intensa. Por ello, si va a someterse a un examen oftalmológico y le van a dilatar las pupilas, es recomendable que traiga consigo unas gafas de sol. Estas le serán útiles frente al deslumbramiento y la hipersensibilidad a la luz al salir de la consulta.
Los efectos de las gotas dilatadoras suelen durar unas cuantas horas pero no se puede determinar con exactitud ni el grado de borrosidad ni durante cuánto tiempo se experimentará, ya que esto depende del tipo de gotas dilatadoras utilizadas, el color de los ojos del paciente y, sobre todo, de cómo reaccione cada ojo a ellas. En el caso de los ojos claros, los efectos pueden ser más duraderos. También, en el caso de los niños, los efectos pueden llegar a durar, en ciertos casos, hasta 24 horas.
Para una correcta medición de los errores refractivos, los niños pueden requerir gotas dilatadoras con un efecto más fuerte y duradero. En el caso de bebés prematuros o neonatos, en cambio, se utilizan gotas de efectos más suaves.
Tras la aplicación de las gotas y una vez realizado el examen, no resulta seguro conducir debido a la dilatación pupilar, por lo que es necesario o bien utilizar transporte público o bien asegurarse de que alguien puede conducir por usted de regreso a casa.
En el caso de los niños, pueden regresar a la escuela, pero los profesores deben tener constancia de que estos pueden experimentar visión borrosa al leer.
Escríbenos o pide hora para una consulta con uno de nuestros especialistas.