La fotocoagulación es una técnica utilizada en oftalmología, con la que se genera una cicatriz en la retina mediante quemadura terapéutica, para lo cual se aplica un haz de luz (láser) sobre la misma. La cicatriz resultante permite detener el desarrollo de ciertas enfermedades retinianas.
La fotocoagulación permite estimular la cicatrización y así aumentar la adherencia de la retina a la pared ocular (por ejemplo, en los desgarros de la retina y en el desprendimiento de retina), controlar zonas isquémicas en la retina en las que hay una falta de oxígeno, eliminar zonas exudativas (con depósitos y líquidos anormales) y controlar zonas proliferativas o tumorales.
Las enfermedades para las que más se utiliza son las siguientes:
Para saber si el tratamiento indicado es la fotocoagulación, es necesario realizar un estudio ocular completo. En casos de enfermedades vasculares o tumores el estudio debe completarse con la realización de una angiografía fluoresceínica y una OCT o tomografía de coherencia óptica. Con estos estudios se logra ver el líquido acumulado en el área sospechosa, los vasos sanguíneos anormales y todo aquel defecto que pudiera ser tratado con fotocoagulación.
La intervención requiere la aplicación de un anestésico tópico (colirio). La duración del tratamiento puede variar según el área a fotocoagular y según la gravedad de las lesiones.
El láser se enfoca de manera precisa en un área seleccionada de la retina para realizar disparos cortos y repetidos que permitan producir la quemadura únicamente en la zona necesaria, evitando zonas colindantes. También puede realizarse lo que se conoce como fotocoagulación panretiniana o panfotocoagulación, cuando la zona a tratar es muy extensa.
El procedimiento se realiza bajo anestesia tópica y no suele causar dolor alguno. En casos de fotocoagulaciones extensas, cono la panfotocoagulación, se puede indicar un colirio antiinflamatorio. En casos extremos, dependiendo del umbral de dolor del paciente, se debe colocar anestésico inyectable para prevenir el dolor.
A pesar de que existen varios estudios que avalan la eficacia de este tratamiento, en algunos casos la fotocoagulación puede resultar ineficaz o puede tener que complementarse con otros procedimientos.
Además, hay que recordar que todo procedimiento conlleva algún riesgo. En el caso de la fotocoagulación, existe riesgo de que el haz del láser provoque alguna hemorragia o genere una cicatrización excesiva que dañe estructuras del ojo, como la mácula.
El efecto del deslumbramiento provocado por el haz de láser puede durar un tiempo. Tras el tratamiento, la visión puede disminuir ligeramente y se recupera entre dos y seis semanas más tarde, con mejoras de visión que dependen del problema tratado, de la respuesta del ojo tratado y del grado de afectación inicial, siempre que la retina no estuviese ya dañada previamente. Si lo estaba, el láser puede detener en cierta medida el avance de la enfermedad.
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