Cuando llega el verano, las actividades al aire libre se multiplican y nos volvemos mucho más activos. Esta actividad hace, sin duda, que el verano sea una buena época para plantearse una operación de corrección visual o cirugía refractiva.
¿Cuántas veces hemos querido hacer deporte o ir a la piscina o a la playa y hemos tenido que estar pendientes de no perder las gafas, que no se rompan o que no se empañen por culpa del calor? ¿Y cuántas veces hemos querido practicar un deporte como el submarinismo, para el que las gafas resultan molestas, incómodas o imposibles de utilizar?
La cirugía refractiva da respuesta a estos problemas y elimina las limitaciones causadas por los problemas de refracción.
Además, con la llegada del calor, todos aquellos que no toleran el uso de lentes de contacto deben recurrir a gafas de sol graduadas. A menudo, este tipo de gafas no sirven para cualquier actividad y si debemos ponérnoslas y sacárnoslas intercambiándolas por las gafas graduadas no tintadas para poder ver bien, nuestro problema de refracción puede generar situaciones muy poco prácticas.
Por otro lado, las vacaciones son un buen momento para someterse a la operación, ya que a pesar del poco posoperatorio que requiere, nos permitirán operarnos sin tantas preocupaciones. También puede ser una buena opción para aquellas personas que no quieren coger la baja o para aquellos que prevén presentarse a unas oposiciones o exámenes públicos para trabajos que requieren ejercicio físico y una buena visión, como puede ser el de bombero o el de los miembros de fuerzas de seguridad públicas.
Lo único que hay que tener en cuenta es que después de someternos a la intervención deberemos mantener reposo y llevar gafas de sol oscuras al salir a la luz del sol durante unos pocos días, ya que en los días que siguen a la intervención, los ojos no pueden verse expuestos a la luz de forma prolongada. También tendrá que evitarse la práctica de la natación durante las dos semanas posteriores a la operación, ya que los ojos todavía no podrán estar en contacto con el agua de mar o de piscina.
Pasado dicho periodo, y siempre y cuando el oftalmólogo así lo indique, podremos retomar las actividades normalmente y empezar a disfrutar de nuestra nueva visión, sin olvidar protegernos adecuadamente los ojos con unas buenas gafas de sol al exponernos prolongadamente a ella, tal y como debe hacerlo cualquier persona.
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