Las microesferas son partículas de plástico minúsculas que se encuentran en una amplia gama de productos. Al frotarlas con una superficie consiguen arrastrar impurezas, por lo que es fácil verlas entre los ingredientes de algunos productos de higiene personal como pastas de dientes, geles de ducha y cremas exfoliantes. A pesar de que a simple vista parecen inofensivas, estas esferas microscópicas pueden suponer un peligro si entran en contacto con los ojos, ya que pueden provocar rasguños en la córnea.
La mayor parte de los rasguños o abrasiones corneales se curan sin provocar daños permanentes en la visión. Los rasguños más profundos, en cambio, pueden causar cicatrices en la córnea o incluso una úlcera corneal que, si no se trata correctamente, puede causar ceguera.
La abrasión corneal puede provocar los siguientes síntomas:
Además de las microesferas de plástico, existen otros exfoliantes que presentan un peligro similar, como son los exfoliantes de albaricoque con polvo de cáscara de nuez, las piedras pómez, el azúcar y los posos de café.
Para reducir el riesgo de que una de estas partículas entre en el ojo hay que tener en cuenta algunas recomendaciones:
Más allá del peligro potencial que estas partículas pueden provocar en los ojos, también son un peligro para los ecosistemas marinos. Estas microesferas de plástico caen por el desagüe, se cuelan por los filtros de las depuradoras y acaban llegando al mar. Un envase de crema exfoliante de 150 ml puede contener entre 130.000 y 2,8 millones de microesferas de plástico. Así, cada vez que usamos uno de estos productos, miles de estas partículas se van por el desagüe. Esto ha llevado a los gobiernos de algunos países a prohibir la venta de productos cosméticos que contengan microesferas en su composición. Estados Unidos fue el primero, y a este se unieron Canadá y poco después Reino Unido y Nueva Zelanda.
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