La aberrometría es una prueba oftalmológica no invasiva que permite estudiar la calidad óptica del sistema visual. Mediante el análisis del frente de ondas, se estudian estructuras que intervienen en la refracción de la luz, como son la córnea (la capa externa y transparente por la que entra la luz al ojo) y el cristalino (la lente interior). A través de esta prueba, el oftalmólogo podrá obtener información sobre la calidad de las imágenes que percibe el paciente.
Permite orientar los diagnósticos, así como, evaluar y llevar a cabo un seguimiento de los pacientes interesados en la cirugía refractiva (análisis de la graduación, medición del tamaño pupilar,…) tanto en el estudio preoperatorio como postoperatorio, con la finalidad de poder personalizar al máximo el tratamiento.
Por lo tanto, la aberrometría no se utiliza para detectar una patología en particular, sino que permite analizar las estructuras del ojo que pueden estar afectando a la calidad de la visión del paciente. Las irregularidades en la forma y transparencia de los tejidos, además de los defectos ópticos son elementos que intervienen en el resultado de una aberrometría y no siempre se pueden corregir con gafas o lentes de contacto.
No requiere ninguna preparación previa en particular, ni dilatación pupilar (salvo indicación específica), pero sí que es necesario realizar la prueba sin lentes de contacto. Por ello, es recomendable interrumpir su uso como mínimo el día anterior a la realización de la prueba.
La aberrometría es una técnica no invasiva, por lo que no requiere de contacto directo con el ojo ni produce reacciones adversas. Después de la prueba, por tanto, se puede realizar sin ningún problema cualquier actividad del día a día.
La realización de la prueba requiere de un aberrómetro, un instrumento de medición también conocido como analizador de frente de onda.
El aberrómetro mide la deformación de los rayos láser, de muy baja potencia, proyectados en el ojo. Estos se reflejan en el fondo del ojo y se devuelven al dispositivo de medición. Si los rayos emitidos son idénticos a los recibidos, el ojo es ópticamente perfecto. Si no es así, los especialistas llaman a esto una aberración óptica.
El examen se realiza en posición sentada y no requiere contacto visual. Con la barbilla instalada en un mentón y la frente bien apoyada hacia adelante, el paciente debe fijar la mirada hacia un patrón luminoso central dentro de la lente sin mover los ojos ni la cabeza.
Se trata de una prueba que dura sólo unos segundos y es realizada por un optometrista. Una vez recogidos los datos, el oftalmólogo será el encargado de interpretar los resultados y transmitirlos durante la próxima visita.
No, ya que al ser una técnica no invasiva no contacta con el ojo, por lo que no causa ningún tipo de molestia.
No, esta prueba no requiere que venga acompañado de otra persona. En algún caso excepcional, se solicita realizarla bajo dilatación pupilar. En este caso verá borroso por los colirios y no podrá conducir.
No es necesario acudir en ayunas para la realización de la prueba.
Los datos se obtienen en el mismo momento de la realización de la prueba. Si se precisa un informe por un oftalmólogo, la prueba informada se le remitirá en pocos días.
El optometrista es el encargado de practicar la prueba y tiene los conocimientos para confirmar su correcta realización. Quien debe interpretar e informar de los resultados obtenidos es el oftalmólogo, quien lo hará teniendo el contexto clínico después de una anamnesis y exploración completas del paciente.
Sí, después de la prueba se puede realizar cualquier actividad del día a día, tales como ducharse o conducir, excepto si se le ha realizado dilatación pupilar.
Sí, no hay ningún inconveniente en utilizar maquillaje después de esta prueba.
Escríbenos o pide hora para una consulta con uno de nuestros especialistas.