La radioterapia consiste en la utilización de rayos de alta energía para destruir o reducir las células tumorales de una zona delimitada de manera específica. La aplicación de dicha radiación en el ojo ayuda a atrofiar el tumor y evitar que siga creciendo.
Los dos tipos principales de radioterapia utilizados en oftalmología son:
La radioterapia se utiliza habitualmente para tratar tumores intraoculares malignos, como pueden ser:
Además, también puede utilizarse en algunos casos de tumores benignos y de orbitopatía tiroidea.
La radioterapia requiere previamente la determinación del tipo de radioterapia a utilizar y la delimitación detallada de la zona a tratar. Para ello, es necesario un examen oftalmológico exhaustivo, así como distintas pruebas de imagen y pruebas de detección de metástasis.
En el caso de la braquiterapia, se realiza una intervención bajo anestesia local en cirugía ambulatoria (sin ingreso). Previamente a dicha intervención, el cirujano determina el tipo de placa y la intensidad de la radiación que debe contener (yodo o rutenio), según el tamaño del tumor y su ubicación. A continuación, se colocan las placas en la pared del ojo, recubriendo la base del tumor intraocular.
Tras la intervención, la placa de radioterapia permanece en su ubicación durante unos días para destruir las células tumorales o atrofiarlas. En algunos casos (cuando el tumor es de mayores dimensiones), se pueden utilizar placas con yodo, en cuyo caso el paciente permanecerá ingresado y aislado para evitar que la radiación afecte a otras personas. Algunos días después, se se puede proceder a la extracción de la placa en una nueva intervención quirúrgica.
En la radioterapia externa, los rayos se dirigen al tumor desde el exterior del ojo mediante un aparato, que puede ser de distintos tipos (terapia de protones, radiocirugía, acelerador lineal) según el tipo de tumor a tratar.
Antes de llevar a cabo la radioterapia externa, puede ser necesaria una intervención bajo anestesia pequeña para colocar unas pequeñas piezas de metal que ayudarán a administrar el tratamiento correctamente. Tras algunos días, se procede a la administración de la radioterapia, que puede ser necesaria durante varios días consecutivos hasta obtener el resultado deseado.
Tras el tratamiento, es posible experimentar ciertas molestias oculares. Además, se pueden seguir una serie de consejos higiénicos para la zona ocular:
El efecto final de la radiación en el tumor no se puede determinar hasta pasados unos meses, pero es un tratamiento altamente efectivo que, en algunos pacientes, puede llegar a conservar la visión, según el tipo de melanoma y su ubicación. En los casos en los que el tumor esté muy cerca del nervio óptico, el pronóstico visual puede ser peor.
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