Las hemorragias vítreas pueden ser de diversos grados. Los sangrados severos pueden provocar una pérdida de visión súbita completa, mientras que los leves provocan visión borrosa o la aparición de unas manchas flotantes en la visión. Los traumatismos oculares, las intervenciones quirúrgicas y los problemas vasculares son sus causas más frecuentes.
Síntomas de una hemorragia vítrea |
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Pequeñas manchas traslúcidas o sombras Visión borrosa Pérdida de visión súbita |
Puede estar provocado por una gran variedad de causas, desde traumatismos, cirugías, patologías vasculares, inflamaciones (uveítis) o tumores oculares |
La hemorragia vítrea o hemovítreo es la presencia de sangre dentro de una cavidad del ojo que está llena del humor vítreo. El humor vítreo es una sustancia transparente y gelatinosa que contiene en su mayor parte agua y que ocupa hasta dos tercios del volumen total del globo ocular. En la parte anterior del humor vítreo, se encuentra el cristalino y, en la parte posterior, la retina.
Cuando hay sangre dentro del humor vítreo, esta sustancia pierde su transparencia, por lo que la luz no puede atravesarlo y el paciente presenta una pérdida de visión.
Las hemorragias vítreas pueden ser debidas a:
El síntoma principal en un paciente con una hemorragia vítrea es una pérdida de visión súbita, pero todo depende de la gravedad de la hemorragia.
En cualquier caso, todo paciente con esta sintomatología debe acudir al oftalmólogo, que realizará una exploración oftalmológica completa, teniendo en cuenta la agudeza visual y el fondo de ojo y, en el caso de sangrados muy extensos, se realizará una ecografía ocular para poder descartar un desprendimiento de retina. También es importante en estos casos ir controlando la presión intraocular, ya que la sangre de la hemorragia puede obstruir una estructura del ojo conocida como malla trabecular, lo que puede dificultar el drenaje del humor acuoso e incluso llegar a producir glaucoma.
El tratamiento de la hemorragia vítrea varía según la causa y la gravedad de la hemorragia.
La actitud que se suele adoptar es una actitud expectante, ya que los sangrados más leves suelen reabsorberse de forma espontánea en un período de entre 2 y 3 meses.
En el caso de pacientes con complicaciones, como un desprendimiento de retina, o en el caso de sangrados que no se reabsorben, debe realizarse una cirugía de retina conocida como vitrectomía para poder eliminar estos sangrados.
También hay que valorar siempre que no exista una causa subyacente, como la retinopatía diabética o una trombosis de vena, ya que en dichos pacientes incluso puede ser necesario aplicar un tratamiento con láser Argón en la retina.
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