A la hora de conducir es importante estar atento y agudizar nuestros sentidos para evitar cualquier distracción que pueda suponer un peligro. La visión nos permite adaptarnos a cualquier situación u obstáculo que pueda surgir durante la conducción y nos permite leer las señales. Por ello, es de vital importancia asegurarnos que nuestra visión es correcta antes de sentarnos al volante.
Cuando conducimos, existen dos funciones principales que nos permiten circular con seguridad: la agudeza visual y el campo de visión.
La agudeza visual es lo que nos permite ver de forma nítida, a través de la percepción, detección e identificación de objetos en condiciones de iluminación óptimas. Podemos medir nuestra agudeza visual con una tabla optométrica, en la cual aparecen letras y números que deberemos ser capaces de leer a cierta distancia.
El campo visual nos indica qué visión lateral periférica pueden alcanzar nuestros ojos cuando nos focalizamos en un punto central. Para medir este factor, se utiliza una prueba llamada campimetría o campo visual, que consiste en observar pequeños destellos de luz que aparecen en nuestra visión periférica.
La correcta visión de colores nos permitirá, así mismo, poder identificar señales de tráfico y semáforos.
En ciertos casos de trastorno visual, nos damos cuenta en seguida de que estamos perdiendo visión. En cambio, en otros casos, la pérdida de visión es lenta y prolongada y nos cuesta percibir que ya no vemos del mismo modo.
Algunos trastornos visuales pueden causarnos problemas al conducir debido a su sintomatología.
Para una mayor seguridad al volante se recomienda realizar una revisión oftalmológica una vez al año, sobre todo, a quienes tienen más de 40 años o a quienes, por edad, son más propensos a desarrollar un trastorno visual.
Si notas alguno de los síntomas siguientes, te recomendamos que no conduzcas y acudas al oftalmólogo tan pronto como sea posible:
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