Hay dos alteraciones visuales que acostumbran a producirse durante la infancia y que se suelen confundir y malinterpretar. Se trata de la ambliopía, más conocida como “ojo vago”, y el estrabismo. Te contamos qué es cada uno de ellos, cómo puedes diferenciarlos y cuál es el tratamiento más adecuado en cada caso.
La ambliopía u ojo vago es una alteración de la
visión provocada por una mala coordinación con el cerebro. A pesar de que no
hay ninguna enfermedad que dificulte la capacidad visual de los ojos, el
cerebro recibe información visual de peor calidad de uno de ellos, por lo que
da preferencia al ojo que ve mejor. Esto hace que el otro ojo no se
estimule ni trabaje lo suficiente y acabe por volverse “vago”.
La ambliopía u ojo vago suele desarrollarse en
edades muy tempranas y es la primera causa de pérdida de visión infantil.
Por ese motivo es esencial someterse a un examen de visión temprano por parte
de un oftalmólogo especialista para poder detectar esta alteración y ponerle
remedio tan pronto como sea posible.
El estrabismo es una alteración en la alineación
de los ojos que hace que estos no miren simultáneamente al mismo punto.
Puede presentarse en bebés a partir de los 6 meses (lo que se conoce como
estrabismo congénito) o aparecer más adelante por diferentes causas.
Es muy importante tratarlo lo antes posible
para evitar que genere una ambliopía u ojo vago. Por ello, si se detecta una
desviación ocular, hay que acudir a una revisión oftalmológica con un
especialista en estrabismo.
Los términos ambliopía (u ojo vago) y estrabismo suelen confundirse a menudo y a veces se utilizan de forma indistinta para referirse a ambos. Como hemos visto, el ojo vago consiste en la baja visión de uno o ambos ojos, que hace que el cerebro dé preferencia al que ve mejor e ignore al otro, que se vuelve “vago”. El estrabismo, en cambio, es la desalineación de los ojos que hace que estos no miren en la misma dirección.
A pesar de tratarse de alteraciones
diferentes, el ojo vago es en muchos casos consecuencia del estrabismo.
Esto ocurre porque la persona afectada de estrabismo da preferencia y mantiene
recto el ojo con el que le resulta más fácil enfocar las imágenes y se
acostumbra a utilizar solo ese ojo. Mientras tanto el ojo desviado no trabaja,
por lo que se corre el riesgo de que se vuelva “vago”.
El ojo vago o ambliopía solo puede tratarse
durante la infancia, por lo que cuanto antes se detecte mejores resultados
se conseguirán. De hecho, a partir de los 8 años el índice de éxito del
tratamiento empieza a descender, aunque hay algunos casos en los que se han
podido conseguir mejoras hasta los 15 años.
El ojo vago no puede tratarse con cirugía,
aunque se suele corregir habitualmente con el uso de gafas, parches oculares o
medicación. Los parches oculares fuerzan al niño a utilizar el ojo más débil
con el objetivo de corregir su baja visión. También es posible utilizar gafas
que empañen la visión del ojo preferente, para forzar al más débil a trabajar
correctamente. Este proceso puede durar semanas o meses. Una vez el paciente ha
ganado visión en el ojo débil, podrá quitarse el parche y en algunos casos
continuar llevándolo a tiempo parcial durante algún tiempo, para mantener así
esa buena visión.
El estrabismo, en cambio, sí puede tratarse
con cirugía, aunque en algunos casos el primer tratamiento puede ser el uso
de gafas, algunas veces acompañadas de oclusiones. Si las gafas no fueran
suficientes, se puede aplicar una medicación para relajar los músculos. Y, finalmente,
si esto no fuera suficiente, se puede recurrir al tratamiento quirúrgico.
La cirugía de estrabismo consiste en debilitar
o reforzar los músculos del ojo para modificar su alineación de manera que esta
sea paralela. Al contrario de lo que se creía hasta hace poco, el estrabismo
se puede operar con éxito a cualquier edad, también en personas adultas. Aun
así, la cirugía no corregirá una posible ambliopía u ojo vago que el paciente
tenga como consecuencia de un estrabismo infantil.
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