El frío parece haber llegado para quedarse. ¡Y qué mejor manera de disfrutarlo que pasando algunos días en la nieve! Sin embargo, a pesar de la insistencia y de que la mayoría de personas conocen la importancia de protegerse los ojos en la nieve frente a los rayos del sol, seguimos viendo muchas personas que practican deportes de invierno sin la protección adecuada.
¿Cuándo hay que protegerse los ojos en la nieve?
En la nieve, los efectos de la luz solar pueden verse aumentados en hasta un 90 %. Por ese motivo, hay que pensar que las gafas no solo son necesarias durante la práctica del esquí o del snowboard, sino en cualquier momento en el que estemos expuestos a la luz y a la nieve.
Así pues, es importante protegerse la visión y, en especial, proteger la de los niños, mientras jugamos con la nieve, andamos con raquetas, construimos un iglú, montamos en una moto de nieve o nos deslizamos con el trineo, sin olvidar aquellos ratos en los que descansamos pero seguimos expuestos a los rayos UVA y UVB del sol.
¿Por qué hay que utilizar unas gafas de protección adecuadas?
El uso de unas gafas de protección adecuadas para la nieve proporciona grandes ventajas. Algunas de ellas son:
- Aumentan la seguridad frente a los rayos ultravioletas.
- Permiten disfrutar y apreciar mejor los espectaculares paisajes que nos ofrece la montaña.
- Protegen de las inclemencias del tiempo, como el viento y el frío.
- Protegen de la posible entrada a alta velocidad de cualquier partícula en el ojo.
La oftalmia de la nieve o queratitis solar
La falta de uso o mal uso de una protección solar adecuada en la nieve puede llevar a lo que se conoce como queratitis solar o, de forma más común, oftalmia de la nieve.
Se trata de una condición relacionada con la exposición solar cuyos efectos, como hemos visto, pueden aumentar hasta en un 90 % y sin olvidar que a altitudes superiores a los 1000 metros la proporción de rayos UV puede incrementarse hasta un 10 %.
Los síntomas que provoca suelen aparecer transcurrido un periodo de 6 a 12 horas tras la exposición prolongada a la luz solar y pueden incluir:
- Enrojecimiento de los ojos
- Inflamación de los párpados
- Sensación de cuerpo extraño en el ojo
- Dolor
- Sensibilidad excesiva a la luz
- Jaqueca
- Visión borrosa
¿Qué tipo de protección debemos utilizar?
El tipo de gafas dependerá del estado visual de la persona:
- En el caso de pacientes emétropes (con una condición visual ideal), se deberán utilizar unas gafas para actividades deportivas con un buen filtro UV.
- En el caso de pacientes con problemas de refracción (miopía, hipermetropía, astigmatismo…), se podrán utilizar lentes de contacto combinadas con gafas para actividades deportivas con un filtro UV adecuado o gafas individualizadas y graduadas para la realización de deportes de invierno.
¿Cómo deben ser las gafas que utilicemos?
- Deben disponer del filtro de protección frente a los rayos UV adecuado, en caso de sol será de un nivel 4, siempre recordando que los niños requieren una mayor protección y que el hecho de que las gafas sean de color no garantiza que el filtro UV sea el adecuado.
- Deben estar fabricadas con un material que disponga de una elevada resistencia frente a golpes y arañazos. Las lentes más habituales son las orgánicas (hechas con polímeros de altas cualidades ópticas) y las minerales (hechas con vidrio, principalmente compuesto de silicatos).
- Es preferible que sean ligeras, por lo que las lentes orgánicas, que son más ligeras que las minerales, serán ideales.
- Deben obstaculizar lo mínimo posible el campo visual.
- Es preferible que estén personalizadas anatómicamente, para un mejor ajuste.
- En el caso de tener problemas de refracción, deberán disponer de la graduación adecuada, o combinarse con lentes de contacto bien graduadas.
- Deben estar bien sujetas y ajustadas a nuestra cara, ya que las gafas pequeñas o mal ajustadas pueden permitir la entrada por los laterales de radiación no deseada.