El final triste de una película, una ruptura, una cebolla cortada en juliana, un golpe o contusión o un ataque de risa son algunas de las cosas que pueden desencadenar nuestras lágrimas, un elemento que tiene gran variedad de funciones.
Las glándulas que las producen, lo hacen de manera continua, y pueden llegar a generar entre 55 y más de 110 litros de lágrimas al año, que contribuyen a diario a mantener la salud ocular, además de a comunicar emociones.
Nuestro cuerpo genera tres tipos de lágrimas:
Las lágrimas no solo son salinas, sino que tienen una estructura que contiene enzimas, lípidos, metabolitos y electrólitos y que consta de tres capas:
Las glándulas lagrimales situadas sobre cada ojo son las encargadas de producir las lágrimas. Cuando parpadeamos, las lágrimas se esparcen por toda la superficie del ojo y se drenan por los puntos lagrimales, pequeños agujeros situados en las esquinas de los párpados superiores e inferiores. A continuación, viajan por los canalículos lagrimales y luego por un conducto hasta llegar a la nariz, donde o bien se evaporan, o bien se reabsorben.
En algunos casos, los conductos lagrimales pueden verse obstruidos. En el caso de los niños, es un problema que a menudo se resuelve por sí solo; en el de los adultos puede deberse a una infección ocular, una inflamación, una lesión o un tumor y podría derivar en otros problemas oculares, como la dacriocistitis, una inflamación del saco lagrimal.
Cuando se genera una gran cantidad de lágrimas emocionales, el sistema de drenaje lagrimal puede verse saturado, lo que hace que las lágrimas se derramen fuera de los ojos y corran por las mejillas.
La producción de lágrimas basales se reduce con el paso del tiempo, y puede llevar al desarrollo del síndrome del ojo seco, un problema bastante habitual en personas que experimentan cambios hormonales, como puede ser el caso de las mujeres durante un embarazo o en la menopausia. Además, el uso de lentes de contacto y algunos medicamentos como los antihistamínicos o los antidepresivos, también pueden provocar el ojo seco, lo que, a su vez, puede generar una mayor tendencia a sufrir blefaritis, una causa común de irritación e inflamación de los párpados.
Frente al ojo seco, es recomendable visitar al oftalmólogo y seguir los siguientes hábitos para una mejor hidratación de los ojos:
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