La degeneración macular asociada a la edad (DMAE) es una enfermedad que afecta la parte central de la retina, la mácula, y tal como indica su nombre, va progresando a medida que avanza la edad del paciente.
La DMAE genera problemas de visión central y puede llegar a provocar ceguera al que la padece si no se trata de forma precoz.
Actualmente, clasificamos la DMAE en dos tipos principales:
También hay otros tipos de DMAE, las llamadas “formas raras de DMAE”, que son más atípicas.
Hay varios factores que pueden influir en la aparición y progresión de la DMAE, como:
La DMAE es una enfermedad que en sus fases iniciales puede ser asintomática, lo que dificulta su detección. A medida que va avanzando la edad del paciente esta afección se agrava y empiezan a aparecer los síntomas.
Los pacientes con DMAE suelen presentar síntomas que afectan a la visión central como, por ejemplo:
Cuando un paciente empieza a notar pérdida de visión o si no tiene síntomas pero es mayor de 50 años, puede realizar un sencillo test de visión en su casa para detectar a tiempo cambios o empeoramiento de la visión central. Este test consiste en taparse primero un ojo y luego el otro y mirar líneas rectas. Si estas aparecen deformadas es una señal de que se debe acudir a un especialista.
Para diagnosticar la DMAE, se pueden realizar las siguientes pruebas o estudios:
Hoy en día la DMAE no tiene cura, aunque los tratamientos existentes pueden frenar y ralentizar su evolución. El tratamiento a seguir puede variar en función del tipo de DMAE.
La DMAE es la primera causa de ceguera en pacientes de edad avanzada en países desarrollados y, por lo tanto, se están desarrollando múltiples estudios de investigación para detectarla precozmente y poder curarla. Esto puede suponer que en pocos años dispongamos de tratamientos mejores y más eficaces.
El principal factor de riesgo de esta enfermedad es la edad, ya que afecta mayormente a personas de más de 50 años. Contra este factor, poco se puede hacer. No obstante, se ha investigado acerca de otros factores asociados que sí podrían ayudar a retrasar y frenar su aparición y evolución.
Se recomienda pues que se sigan hábitos de vida saludables, como:
Un estilo de vida sano y equilibrado nos ayudará a evitar el riesgo de padecer esta patología ocular a medida que nos hagamos mayores.
La degeneración macular asociada a la edad suele aparecer en personas de edad avanzada, es decir, a partir de los 50-60 años, y su incidencia aumenta con el paso del tiempo. Si bien esta enfermedad no afecta a personas jóvenes, sí que existen formas de distrofia macular juvenil, de origen genético, que pueden manifestarse de una forma similar, así como otras patologías que pueden afectar a la mácula, como la retinosquisis juvenil, la enfermedad de Stargardt o la distrofia macular viteliforme de Best.
A día de hoy no existe ningún tratamiento que consiga revertir totalmente los efectos de la DMAE. Aun así, en el caso de la DMAE húmeda o exsudativa, existen tratamientos que pueden reducir la velocidad en la pérdida de visión, como pueden ser las inyecciones intravítreas y la terapia fotodinámica.
El tratamiento mediante inyecciones intravítreas es eficaz en los casos de degeneración macular exsudativa y consiste en la administración de medicamentos dentro del ojo. Los fármacos más utilizados en estos casos son las inyecciones con Eylea®, Avastin® y Lucentis®. El procedimiento se realiza preferentemente al quirófano, para reducir al máximo el riesgo de infección, se utiliza anestesia tópica y en el postoperatorio no suelen experimentarse molestias ni dolor. Este tratamiento no se aplica en casos de DMAE seca o atrófica.
Las inyecciones intravítreas se realizan en la cavidad vítrea, situada en la parte posterior del ojo. Se hacen de este modo porque, si se hiciera de forma oral o por vena, los efectos de estos fármacos no llegarían en el interior del ojo con la intensidad adecuada. Además, en algunos casos, para lograr los niveles necesarios, las dosis que se tendrían que tomar por vía oral serían más altas y podrían provocar más efectos adversos.
El tratamiento más habitual para la DMAE es médico y solo en algunos casos excepcionales, en que no se obtiene una respuesta favorable al procedimiento habitual, se puede plantear una cirugía.
La DMAE se caracteriza por la incapacidad del ojo para fabricar células nuevas que sustituyan el tejido dañado de la mácula. Por ello, los últimos avances en medicina regenerativa se han basado en sustituir las células de la retina destruidas por células madre, que posteriormente se transforman en células del epitelio pigmentario retinal. Se trata de estudios aún en fase experimental, pero prometedores.
Si bien se trata de una patología irreversible, unas gafas o lentes especiales de aumento permiten a los pacientes leer a una velocidad estándar a la vez que aprenden a ignorar el punto ciego provocado por la patología. A día de hoy también se está estudiando la posibilidad de utilizar gafas con filtro de luz azul. Aun así, esta última opción todavía tiene que demostrar una evidencia científica clara.
Actualmente, no existen estudios concluyentes que relacionen de forma directa el uso de pantallas electrónicas y dispositivos móviles con la aparición de la DMAE.
La nutrición, el estilo de vida y el entorno tienen una gran importancia en la salud ocular. Una dieta saludable parece que retrasa en un 25% la aparición de la DMAE, tanto en la forma atrófica como en la forma exsudativa. También es esencial consumir grasas insaturadas, como las que nos proporcionan alimentos como el aguacate o las espinacas.
En muchos casos probablemente sí, pero se tienen que tener en cuenta ciertos factores que tiene que valorar el especialista, como cuál de las dos patologías está provocando la pérdida de visión del paciente o si existen otras posibilidades antes que la cirugía, como un cambio de graduación o unas gafas de aumento.
En el caso de una DMAE atrófica no existen actualmente evidencias de que someterse en una cirugía de cataratas empeore el estado de esta condición y en una DMAE exsudativa, que es mucho menos frecuente, se han realizado estudios sobre el tema pero no han estado concluyentes.
En cuanto a aquellas personas que tienen un riesgo de incidencia elevado de sufrir DMAE pero que todavía no manifiestan esta patología podemos afirmar que actualmente no existen evidencias de que someterse en la cirugía de cataratas aumente el riesgo de desarrollarla.
La angiografía fluoresceínica es una prueba oftalmológica a partir de la cual el especialista puede estudiar la circulación sanguínea del ojo para diagnosticar enfermedades retinales. La prueba tiene una duración de 10 minutos y se obtienen imágenes de la retina gracias a un contraste que se inyecta en una vena, normalmente en el brazo.
La tomografía de coherencia óptica u OCT es una prueba dónde, a partir de un haz de luz, conseguimos obtener la imagen de la sección del ojo que queremos estudiar, ya sean secciones de la retina, del nervio óptico o del segmento anterior del ojo, con el máximo detalle posible. Actualmente, esta tecnología también permite obtener imágenes de la circulación retiniana sin necesidad de contraste, la denominada angiografia por coherencia óptica.
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