Es más frecuente en hombres jóvenes, pero las mujeres también la padecen, normalmente a edades más avanzadas.
Cuarta enfermedad de retina que mayor amenaza supone para nuestra visión.
Factores de riesgo: estrés, embarazo, toma de corticoides y ciertas alteraciones hormonales.
La coroidopatia o coriorretinopatía serosa central es una enfermedad poco frecuente, pero importante ya que es la cuarta causa de pérdida de visión relacionada con la retina, después de la degeneración macular asociada a la edad, las oclusiones vasculares o el edema macular por diabetes.
Es muy importante hacer un buen diagnóstico diferencial, es decir, diferenciar la enfermedad de otras, como puede ser la vasculopatía polipoidea (un tipo de degeneración macular asociada a la edad), la enfermedad de Vogt-Koyanagi-Harada (un tipo de uveítis), tumores benignos (como nevus o hemangiomas), o tumores más peligrosos y malignos (como el melanoma o linfoma).
Suele aparecer en hombres entre los 30 y los 40 años, aunque también pueden padecerla las mujeres, generalmente a edades más avanzadas.
Los principales síntomas incluyen:
En caso de presentar estos síntomas hay que acudir a la consulta de oftalmología para hacer un diagnóstico diferencial. Podría tratarse de una coriorretinopatía serosa central u otra afección similar, como la DMAE.
Existen dos formas de coriorretinopatía serosa central:
Aunque no se conoce con exactitud la causa, hay varias teorías. Una de las más importantes y con mayor base científica es una teoría basada en el desequilibrio hormonal, lo cual produce una inflamación en la coroides, un tejido vascular que nutre el ojo y se sitúa debajo de la retina. Cuando hay una inflamación vascular, los vasos se dilatan y se hacen permeables, facilitando la salida del líquido y su acumulación debajo de la retina. Con el tiempo, esto afecta a la visión. Es entonces, cuando tenemos una coriorretinopatía serosa central.
Además de estos factores directamente relacionados con las hormonas, también se han estudiado otros factores de riesgo:
El diagnóstico empieza por la identificación de síntomas como visión borrosa, mancha central o líneas torcidas.
En la consulta de oftalmología, se realiza una exploración no invasiva, rápida e indolora, que consiste en:
Para planificar el tratamiento, el equipo médico usa pruebas que utilizan un contraste que se administra por la vena, como la angiografía con el uso de fluoresceína y con verde indocianina. Estas pruebas muestran el estado de la coroides y la localización del punto de fuga del líquido que se acumula debajo de la retina.
También hay pruebas funcionales que podemos emplear para saber si la función de retina fue afectada por la enfermedad, que son el campo visual, el electrorretinograma multifocal o la microperimetría.
El tratamiento dependerá del tipo de coriorretinopatía serosa central.
No suele requerir tratamiento en la mayoría de los pacientes. De entrada, solo se vigila la evolución con revisiones oftalmológicas.
En caso de que la enfermedad no se resuelva, sea recurrente o el/la paciente tenga la visión muy baja o requiera una buena visión por su profesión, hay que pensar en el tratamiento.
La enfermedad puede asociarse con el uso de corticoides, por lo que habrá que interrumpir el uso de estos fármacos, consultando con el médico especialista o de cabecera que ha prescrito el tratamiento.
También se puede intentar reducir el nivel de estrés, aunque es difícil, pero los/las pacientes suelen mejorar haciendo deporte, yoga, etc. o enfocando su vida de manera distinta.
Uno de los tratamientos más usados y con una base científica más sólida es la terapia fotodinámica. Este tratamiento tiene una eficacia de aproximadamente el 86%, además disminuye la recurrencia de la enfermedad. En un 40% de los casos, la enfermedad puede volver a aparecer, por lo que es importante utilizar un tratamiento que reduzca esta posibilidad.
La terapia fotodinámica es un tratamiento invasivo, ya que se introduce una sustancia que es fotosensible, pero gracias a ello, podemos dirigir el tratamiento con láser sólo a la zona afectada, ya que es donde se acumula la sustancia en el ojo.
Otros tipos de tratamiento, que se investiga actualmente, incluyen el uso de láser con micropulsos o láser convencional en casos seleccionados.
Escríbenos o pide hora para una consulta con nuestro equipo médico.