En caso de visión borrosa, percepción de una mancha central, líneas torcidas y problemas de enfoque al leer, hay que acudir al oftalmólogo. Podría tratarse de una coriorretinopatía serosa central u otro problema de retina. El estrés, el embarazo, o la toma de corticoides son algunos de los factores de riesgo.
Síntomas de la coriorretinopatía serosa central |
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Visión borrosa Disminución en la visión Mancha central en la visión Líneas torcidas al leer Problemas de enfoque Los objetos parecen más pequeños de lo que son |
Es muy importante acudir al oftalmólogo para un diagnóstico correcto. |
La coriorretinopatía serosa central no es una enfermedad frecuente, pero siempre hay que tenerla en cuenta porque es la cuarta enfermedad retiniana que más amenaza nuestra visión detrás de la degeneración macular asociada a la edad, las oclusiones vasculares o el edema macular causado por la diabetes.
Es una enfermedad que se diagnostica habitualmente en pacientes jóvenes varones, en la tercera y cuarta década, aunque según los últimos estudios poblacionales, también pueden padecerla las mujeres. En ese caso, suele aparecer en edades más avanzadas.
Con esta enfermedad, es muy importante hacer un buen diagnóstico diferencial, es decir, diferenciar la enfermedad de otras, como puede ser la vasculopatía polipoidea (un tipo de degeneración macular asociada a la edad), la enfermedad de Vogt-Koyanagi-Harada (un tipo de uveítis), tumores benignos (como nevus o hemangiomas), o tumores más peligrosos y malignos (como el melanoma o linfoma).
Los pacientes vienen a la consulta con:
Es importante diferenciar también entre dos tipos de coriorretinopatía serosa central, según su tiempo de duración:
La coriorretinopatía serosa central aguda dura poco y está autolimitada (se resuelve sola), por lo que el pronóstico visual es bueno. En esos casos, hay que esperar aproximadamente tres meses para valorar su evolución.
En la coriorretinopatía serosa central crónica, las secuelas son más graves La disminución de la agudeza visual está provocada por alteraciones anatómicas. Se producen cambios irreversibles en el epitelio pigmentario, una capa situada debajo de la retina que resulta esencial para el buen funcionamiento de los fotorreceptores. Por ese motivo, es importante realizar un buen diagnóstico para poder planificar un tratamiento en los casos que lo necesitan.
A pesar de muchos estudios y mucho interés puesto en esta enfermedad, no se sabe con certeza. Hay varias teorías. Una de las más importantes y con mayor base científica es una teoría basada en el desequilibrio hormonal, por el que los glucocorticoides actúan como mineralocorticoides y producen una inflamación en la coroides, un tejido vascular que nutre nuestro ojo y se sitúa debajo de retina.
Cuando hay una inflamación vascular, los vasos se dilatan y se hacen permeables. Si hay un aumento de la permeabilidad de los vasos, el líquido sale y se acumula en la coroides y queda retenido por el epitelio pigmentario. Pero con el tiempo, esta barrera se hace ineficaz, y el fluido pasa por debajo de la retina. Es entonces, cuando tenemos una coriorretinopatía serosa central.
Además de estos factores directamente relacionados con las hormonas, también se han estudiado otros factores de riesgo:
El diagnóstico empieza por identificación de los síntomas como visión borrosa, mancha central, líneas torcidas). Por ahí se empieza con el diagnóstico.
Realizamos una exploración no invasiva: la exploración del fondo del ojo, con la lámpara de hendidura y el uso de las lentes. También utilizamos un equipamiento más novedoso que es la tomografía de coherencia óptica (OCT). Es un estudio de retina por medio de los rayos de luz, que nos muestra los tejidos de retina y permite ver de manera directa el líquido acumulado por debajo de la retina. Es importante el uso de la opción EDI de la OCT, disponible en nuestro centro, para poder explorar con detalles la coroides, que es dónde se localiza la enfermedad.
En caso de cronicidad o de sospecha que el líquido acumulado bajo la retina está provocado por otra enfermedad, debemos usar pruebas que utilizan un contraste que se administra por la vena, como la angiografía con el uso de fluoresceína y con verde indocianina. Estas pruebas se usan también para planificar el tratamiento. Estas pruebas muestran el estado de la coroides y la localización del punto de fuga, es por donde sale el líquido que se acumula debajo de la retina. También hay otras pruebas funcionales que podemos emplear para saber si los fotorreceptores han sufrido cambios irreversibles por la enfermedad, que son el campo visual, el electrorretinograma multifocal o la microperimetría.
El tratamiento dependerá del tipo de coriorretinopatía serosa central.
Forma aguda
Si hablamos de su forma aguda, de entrada, no se aconseja realizar ningún tipo de tratamiento, ya que en el 80-90% de los casos se resuelve sola. Lo único que hay que hacer es hacer un seguimiento del paciente y realizar unos controles periódicos.
Forma crónica
En caso de que la enfermedad no se resuelva, es recurrente o el paciente tenga la visión muy baja o requiera una buena visión por su profesión, hay que pensar en el tratamiento.
La enfermedad puede asociarse con el uso de corticoides, por lo que habrá que interrumpir el uso de estos fármacos, consultando con el médico especialista o de cabecera que ha prescrito el tratamiento.
También se puede intentar reducir el nivel de estrés, aunque es difícil, pero los pacientes suelen mejorar haciendo deporte, yoga, etc. y enfocando de manera distinta su vida.
Uno de los tratamientos más usados y con una base científica más sólida es la terapia fotodinámica. Este tratamiento tiene una eficacia de aproximadamente el 86 %, además disminuye la recurrencia de la enfermedad. En un 40 % de los casos, la enfermedad puede volver a aparecer, por lo que es importante utilizar un tratamiento que reduzca esta posibilidad.
La terapia fotodinámica es un tratamiento invasivo, ya que se introduce una sustancia que es fotosensible, pero gracias a ello, podemos dirigir el tratamiento con láser sólo a la zona afectada, ya que es donde se acumula la sustancia en el ojo.
Otros tipos de tratamiento, que se investiga actualmente, incluyen el uso de láser con micropulsos. Parece buena opción, aunque quedan por confirmar los resultados de los estudios.
También se tratan estos pacientes con inyecciones intravítreas de inhibidores de una sustancia denominada factor de crecimiento vascular endotelial, el VEGF, conocidas por su uso como tratamiento contra la DMAE o el edema macular diabético. Este fármaco, tiene un uso muy amplio actualmente en oftalmología.
Existen también tratamientos farmacológicos de base científica todavía no demostrada, pero los primeros estudios realizados revelan su posible eficacia. Se trata de inhibidores de mineralocorticoides, como la epleronona y la espironolactona.
En caso de presentar síntomas, como:
No sólo es importante acudir al oftalmólogo porque pueda tratarse de una coriorretinopatía serosa central, que necesita el tratamiento en la mayoría de los casos crónicos, sino que lo es para hacer un diagnóstico diferencial y diagnosticar a tiempo enfermedades como la DMAE, que tiene los mismos síntomas.
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