La innovación tecnológica siempre ha sido fundamental en la oftalmología, ya que su principal objeto de estudio, el ojo, es un órgano de estructuras pequeñas, que requiere instrumental específico para poder ser observado correctamente. Con los avances de la tecnología se han podido incorporar varias lentes, objetivos, cámaras, ultrasonidos, sensores de infrarrojos, láseres, etc.
Gracias a la revolución tecnológica de los últimos años, en oftalmología también se está utilizando imágenes 3D, realidad virtual y, más recientemente, big data e inteligencia artificial para el análisis de datos. Todas estas herramientas han permitido obtener resultados cada vez más precisos y fiables al mismo tiempo que ofrecen una experiencia más agradable para los pacientes que se someten a las pruebas y una mayor flexibilidad para los especialistas que las realizan.
La optometrista Núria Galceran trató toda esta innovación tecnológica en una de las últimas sesiones clínicas que organiza ICR.
En el Institut Català de Retina disponemos de varias herramientas basadas en los avances tecnológicos mencionados y estamos trabajando en proyectos de investigación para incorporar nuevos. Algunos ejemplos de innovación tecnológica con los que ya trabajamos son:
La inteligencia artificial también ha irrumpido en los campos de la oftalmología y la optometría. Por ahora, se utiliza esencialmente para el análisis de datos, como el procesamiento que hace el aparato BulbiCAM, un dispositivo que utiliza realidad virtual y facilita al paciente la realización de un campo visual, además de aumentar la precisión de los resultados.
Una de las principales líneas de investigación en nuestro centro es el desarrollo de herramientas de ayuda al cuidado del glaucoma basadas en inteligencia artificial. ICR es miembro de un grupo de centros investigadores, denominado GlaucoClub IA y avalado por la Sociedad Española de Glaucoma, que colabora en proyectos de inteligencia artificial.
Actualmente se están desarrollando en ICR dos proyectos de inteligencia artificial y se colabora con otro más, bajo la coordinación del Dr. Alfonso Antón y el Departamento de Investigación de ICR.
Los estudios en los que trabajamos tienen como objetivos, respectivamente, el desarrollo de una herramienta de estimación del riesgo de progresión del glaucoma a 3-5 años y el apoyo en la elección del tratamiento quirúrgico más adecuado para cada paciente. Ambas herramientas van destinadas a aplicar la medicina de precisión al manejo de los pacientes con glaucoma.
A día de hoy a través de esta tecnología también se pueden realizar cribajes de retinopatía diabética, establecer clasificaciones de lesiones, monitorizar el progreso de algunas enfermedades y generar gráficos para hacer seguimiento de patologías como la DMAE o el edema macular. Todavía se están investigando con IA las funciones de diagnóstico y pronóstico de patologías oculares, así como el cálculo estimado de la agudeza visual según la evolución de la enfermedad, pero se prevé que pronto habrá herramientas que lo facilitarán.
Sin embargo, debemos tener en cuenta que la inteligencia artificial presenta ciertas limitaciones, como la falta de transparencia en los algoritmos de aprendizaje que utiliza, la necesidad de diversidad de datos a tomar en cuenta (debería reflejarse la diversidad de la población de forma que quede validado con rigor científico) y el requerimiento de una regulación que garantice la seguridad y la privacidad de los datos de los pacientes.
Por eso entre otros motivos, la inteligencia artificial tiene que ser siempre una herramienta complementaria a la toma de decisiones de los profesionales médicos. Es necesario combinarla con la tecnología oftalmológica, el conocimiento científico de los especialistas y la comprensión de las necesidades de los pacientes.
Una duda habitual tras la irrupción de esta revolución tecnológica es si la IA acabará “quitando el trabajo” y reemplazando a las personas. Ya se han publicado los primeros estudios que comparan algunas de las tareas desarrolladas por profesionales de la salud con la ejecución de las mismas funciones por parte de esta tecnología.
Por ahora, las conclusiones que se extraen indican que la inteligencia artificial puede facilitar el trabajo a un/a médico/a o complementarla de varias maneras. Los propios desarrolladores de esta tecnología o incluso aplicaciones de la misma IA afirman que nunca podrán excluir la tarea de un/a especialista sanitario/a. Su objetivo es ayudar los y las profesionales a ser más eficientes; no sustituirlos.
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