El mes de septiembre suele ser sinónimo de vuelta: a la escuela, al trabajo, a la rutina, a los hábitos cotidianos. Pero eso también implica a menudo retomar costumbres que no son del todo saludables o encontrarse en situaciones que requieren atención en cuanto a salud ocular, como el exceso de exposición a las pantallas, el estrés o el bajo rendimiento en la escuela o el trabajo.
A continuación exponemos los problemas visuales más comunes en estos entornos y qué hay que hacer para evitarlos.
Las personas que dedican muchas horas al uso de pantallas, como el ordenador o el móvil, tienen más posibilidades de sufrir astenopatía o fatiga visual, un trastorno causado por tener que hacer un sobreesfuerzo con la vista para enfocar de cerca de forma continuada. Puede provocar sequedad ocular, picor, temblor en los párpados, inflamación de los mismos o blefaritis, dolor de cabeza, hipersensibilidad a la luz, visión borrosa o incluso pérdida temporal de visión.
Además, esta carga en nuestro sistema visual podría potenciar la miopía, un problema que sigue creciendo entre la población.
Por otro lado, la luz azul que emiten las pantallas de los aparatos electrónicos puede tener efectos negativos en el sueño. Aunque no está demostrado que esta luz sea perjudicial para los ojos, sí que es sabido que afecta el ritmo circadiano, el ciclo natural de vigilia y sueño. Exponerse en exceso podría dificultar la conciliación del sueño por la noche. Por este motivo, es recomendable limitar el tiempo que pasamos delante de la pantalla durante las dos a tres horas previas a acostarse.
Con la vuelta a la rutina es fácil que aumente el estrés, aunque sea sin darnos cuenta. Entre los múltiples efectos adversos para la salud que puede provocar esta angustia hay diferentes problemas de salud ocular:
Contar con una buena salud visual es fundamental para enfrentarse a la vuelta a al colegio. Varios estudios demuestran que a menudo el bajo rendimiento escolar tiene el origen en algún problema de visión, como la ambliopía (ojo vago) o los defectos refractivos (miopía, hipermetropía y astigmatismo).
En la consulta oftalmológica podemos diagnosticar y empezar un tratamiento para la mayoría de estos problemas (y por lo tanto también para sus consecuencias en el proceso de aprendizaje) durante la infancia. Por eso es necesario programar las revisiones oftalmológicas pertinentes para los más pequeños: la primera puede ser a partir de los 18 meses (si no hay antes algún problema o condición preexistente), y a partir de los 3-4 años habrá que repetirla de forma anual. Evidentemente, también será necesario acudir a la consulta o a urgencias si se detectan síntomas o anomalías en su visión.
Para disfrutar de una buena salud ocular y evitar caer en alguno de los efectos negativos durante la vuelta a la rutina, es importante hacer las revisiones oftalmológicas cuando sea necesario, de acuerdo con la edad, estilo de vida y antecedentes familiares de cada uno.
Por otro lado, se pueden seguir normas básicas de higiene visual en actividades sedentarias en las que la vista tiene un papel importante, como estudiar, trabajar delante de una pantalla, leer, mirar la televisión, etc.:
Además, es importante llevar una vida saludable, también para la vista. Recomendamos seguir una dieta equilibrada y rica en vitamina A, así como tener un buen descanso por la noche, hacer ejercicio y llevar a cabo actividades en el exterior, en la medida de lo posible.
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